El Cairo debe estar en plena medianoche a esta hora. La Tierra sigue girando sobre su eje y alrededor del Sol y en el brazo espiral de la galaxia y, y, y…
Esta semana el Ejército egipcio allanó 17 locales partidarios y oficinas de organizaciones de ddhh, sociales, etc, buscando «conspiraciones dirigidas por EEUU». Si alguien chequeara el presupuesto y los 1.3 billones de dólares que le destina el estado yanqui al CSFA, los allanamientos deberían haber empezado por el edificio enfrente de Tahrir. Ese que los trabajadores y el pueblo pobre egipcio se merecen tomar y dirigir algún día.
La Revolución parece escabullirse de la Historia de los hombres. Nos esquiva. Los días pasan y su no estar trae más muertos. Qué culpa inmensa esta, la de hablar de ellos tan livianamente.
Hoy es «fin de año» y en unas horas «año nuevo». Hubo, hay, fuegos artificiales afuera, en todo el país, en todos los países del mundo. Las palabras «paz», «amor», «salud» y «felicidad» salen del planeta, rebotan en los satélites, vuelven a entrar en nuestra atmósfera, corren por cables telefónicos, se cuelan en las ondas de radio, de televisión, alteran el espacio y el tiempo y muchas líneas de comunicación colapsan.
Yo no puedo evitar no sentirme conmovida por este día. No entiendo este suceso que vive tan fuertemente todo el mundo. Las únicas palabras que se repiten en mi cabeza, que atraviesan todas las vibraciones de lo que soy (qué soy?) son también, inentendibles para el resto de la humanidad. Esas palabras se clavan en mis manos, las agrietan, humedecen mis ojos, levantan la temperatura de mis labios. Duelen.
Mañana, 2012, El Cairo amanecerá, como amaneció siempre. Esto que se da en llamar «Yo», amanecerá también, como viene amaneciendo siempre. Tahrir, lo que le dio vida a este espacio en internet, será hoy lo que le dé su fin. Es mi manera de mantener un hilo de relación con lo que todos entienden y yo no. Obligarme a sentir que este día realmente cambia algo, hará que sienta que pertenezco a este mundo. Voy a abrir otro blog, más serio, más acorde a lo que se necesitará mañana. El 2012 será un año durísimo para todos. Ella, la Revolución no llega todavía. Creí que iba a haber un salto, algo, un cambio radical, empezando allá, en el norte de África, donde empezó la historia de la humanidad. Pero los tiempos son raros. No puede saberse realmente cuándo pasará algo, el margen de error pareciera ser una propiedad intrínseca asociada a todos los fenómenos, en todos los niveles de organización de lo real.
Las plazas del mundo se alteraron este 2011. Construyeron aceleraciones, se movieron de un lugar del mundo al otro. Pero no bastó.
La necesidad del Partido se ve tan nítida.
La de vengar a nuestros muertos, también.
Las palabras no cambian lo irremediable. Siempre, siempre, llegan tarde. Y entonces resultan vanas, casi como hasta absurdas. Pero decirlas, ayuda (creo) a que no estén metidas tan hondo en mi pecho y en mi lengua, soltarlas, escribirlas, compartirlas, aminora su peso, trae una cierta levedad que calma.
Debí haber estado ahí.
Necesito saber que estas palabras, al menos en algún lugar afuera de mí, pueden existir. Aunque hoy lo único que importe sea el fin de año, el año nuevo de unos instantes nomás y el chin-chin.